EL EJE DE LAS CURVAS
Oscar Niemeyer, o más bien, Óscar de Almeida Soares Filho, nació hace casi cien años (en 1907), sobre el lado más ondulado de las colinas de Río de Janeiro. El famoso arquitecto franco-suizo Le Corbusier, con quien tuvo la fortuna de colaborar le recordaba: “Tienes en la retina de tus ojos impregnada la figura de las montañas de Río; son las lúbricas evocaciones del cuerpo femenino, tendido, redondo”. Después de graduarse en la Escola Nacional de Belas Artes en Rio de Janeiro (1934), Niemeyer se sumó a otros arquitectos brasileños, entusiasmados por los nuevos materiales, como el concreto. En esas fechas participó en la construcción del nuevo Ministerio de Educación de Río de Janeiro. Esa experiencia lo marcó para toda la vida. Aunque Niemeyer lo niega: “Pienso que Le Corbusier fue, en efecto, un arquitecto muy importante. Pero mi arquitectura ha sido diferente a la suya... Creo que la única influencia que tuve de él fue el día que me dijo:
‘La arquitectura es invención’. Eso lo tomé como una máxima en mi trabajo”. Niemeyer destaca que para él “la vida es más importante que la arquitectura”, y la curva, la línea de la vida. “Lo que me atrae es la curva libre y sensual. Las curvas que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos. En el mar. En las nubes. En el cuerpo de la mujer deseada...”
Confiesa que siempre ha querido ser escritor, pero, sin escribir una línea siquiera, ha demostrado ser un poeta,”“a lo mejor por eso he vivido tanto”. Aunque asevera que lo que lo mantiene vivo es la actividad continua, diaria. Se conocen de él más de 500 proyectos en más de 15 países, y aún no muestra signos de cansancio ni de querer colgar la escuadra. Todavía vigila sus obras y cuida los detalles.
extraido de "el arquitecto de la curva"-www.imcyc.com